sábado, 13 de junio de 2015

El jehe’a guaraní español, ese rico pan nuestro de cada día

Los paraguayos nos deleitamos cotidianamente con una curiosa mezcla lingüística que no respeta gramáticas ni espacios sociales. Ñañe’ê peteí jehe’a noñe hendúiva moove. Hablamos un divertido va y viene español guaraní.




El pasado 10 de setiembre, se estaba por iniciar el partido entre las selecciones de Argentina y Paraguay, aquí en Asunción, por las eliminatorias del Mundial 2014. Pese a la casi imposibilidad paraguaya de clasificar, entonces, los hinchas paraguayos llenaron prácticamente el Estadio Defensores del Chaco. La razón: muchos querían ver jugar a Lionel Messi.
Al costado de la cancha,  Víctor Genes, DT de Paraguay,  grita: “¡Pejupiii, pejupii katuu…vamona arribaa!”, mientras mueve frenéticamente ambos brazos. Paraguay iba perdiendo 5-1. “¡Ejopy upépe Samudio…ejopyýna chupee…haalena chera’a!”, grita desaforadamente luego a Marcelo Samudio. Y agrega: “¡Jaha hi’aári kuéra…vamo encima!.
Aunque la diferencia en el marcador era demasiado grande, Samudio realiza una veloz corrida por el andarivel izquierdo del arco de Argentina. Mientras lleva en el pie la pelota perseguido por dos rivales, escucha que Roque Santacruz le grita: “¡Aime, aimee…!  Samudio lanza la pelota frente al arco y Roque atropella para anotar el segundo gol de Paraguay. Detrás del arco de Argentina, un fotógrafo de un medio local, grita, enfurecido, en mis oidos. “¡Naaapy pe aña memby…! ¡Nêipy ra’éee…vaamo todavía!”.
“¡Pejupiii, pejupii katuu…vamona arribaa!”. Victor Genes, DT de Paraguay. Fuente: www.eltiempo.com.ec














Cuando ya todo había terminado (un contundente 5-2 para Argentina), Salustiano Candia, mientras ingresaba con sus demás compañeros al vestuario, comenta: Ñañehaâ mbaite…mba’e jajapóta…hicimos lo que pudimos…¿Ajaa? Le pregunta a “Gatito” Fernández.  Genes, como corresponde, alienta a sus alicaídos dirigidos: “Dale muchachos…oîporâ, oiporâ”.  
También antes de que comenzara el partido, pero esta vez en las graderías del estadio repleto de espectadores, la popular “Chipa Barrero” se vende a montones. Los chiperos lanzan por los aires sus chipas ante el pedido de los hinchas hambrientos: “Hep…nde, ápe peteî…Nde, nde, pasámena un poco…”, pedía uno. “Moôpa, moôpa…ohóma hína…pasame un poco su plata”, responde el chipero. “Ápe otro…mokoî…aquí, aquí”, pide otro.
“Máva, mávapa otro oipotaaa…chipa akuu…”. En el Defensores del Chaco. Fuente: internet.
















Aquel martes de setiembre, el estadio del barrio Sajonia se presentaba como una micro muestra de ese particularísimo vaivén castellano-guaraní en el que hablamos cotidianamente casi todos los  7 millones de habitantes de este país. Un fenómeno que no tiene nada de raro para los que hablamos mezclando ambas lenguas, pero que genera extrema curiosidad  en los extranjeros que visitan el país, y pasión en los lingüistas de diferentes países que vienen a estudiar el llamado “bilingüismo paraguayo”.
“Epromocionamíquena chéve la che pollo”
“Si me piden en guarani el pollo, le hablo en guaraní”. Liliana Astorga, empleada de Súper 6. Fotos de Robinson Ortiz.















El guaraní-español mezclado es moneda corriente, el pan de todos los días. Aunque, al observar con cierto detenimiento los espacios sociales de sus hablantes, se notan las diferencias. En el “Súper 6” ubicado sobre las avenidas Colón y Carlos A. López, Liliana Astorga vende pollos. “¿Pechuga especial en promoción, señor? ¿Muslo fresco?, ofrece el producto en el mostrador del fondo del supermercado. Nos acercamos. El fotógrafo, Robinson Ortiz, le pregunta: “¿Ndéiko nereñe’êi guaraníme?”. Si hablo, le responde Liliana. “Ha mbo’y ovale kóa”, vuelve a preguntale. “A veinti dos mil el kilo… ¿Vas a llevar?”, responde la vendedora. “Sí, péro reñe’erô chéve guaraníme”, le condiciona. Entonces Liliana muestra una abierta sonrisa y habla en guaraní, de corrido, con la extrema frescura de la campesina que es. “¡Ndee, he promocionamíquena chéve la che pollo nde diario-pe!”, me pide Liliana al despedirnos.  
Paraguay es un país que tiene un bilingüismo castellano guaraní diglósico; es decir, la lengua guaraní se utiliza solo en determinados ámbitos de la vida social”, afirma el escritor bilingüe y estudioso de la cultura popular Domingo Aguilera en su artículo “Un análisis de la diglosia en Paraguay: matices para una política lingüística eficiente”, publicado en este periódico.  Aguilera explica que el guaraní se usa más en la calle, en la casa, entre los amigos, pero no se lo usa mucho en los espacios formales como el trabajo, la universidad, la escuela o los actos de Estado. Y agrega: la diglosia hace eso:  cuando dos lenguas conviven en una misma sociedad, pero una es dominada (el guaraní) y la otra es dominante (castellano), porque este ocupa los espacios de poder.
Pe he’íva Aguilera ojehu supermercado-pe. Ha ave’i ojehu Cooperativa Atycom oficina-pe.  Miguel Armoa, director de este periódico, llega a la oficina de E’a, y pregunta a Mónica Cáceres, secretaria administrativa de la cooperativa: “¿No llamó Sofía hoy?”, “No llamo, ¿Porqué?”, le devuelve la pregunta. “Noo, porque me dijo que llamaría por el cheque…”, aclara Miguel. “Ya”, responde la otra.  Minutos después, Mónica recibe una llamada a su celular. “Mba’éiko…hummm….ha’émako chupe…hummm…kóagaite ndaikatu mo’aî…amba’apo aîna..bueno, che renoi upéi”, dice, y corta. “¿Con quién hablabas?, le pregunto desde el otro lado. “Con mi mamá”, responde.
“Mba’e diario-pe tepa osêta hína, amaña haguâ la che foto-re…ha”
“Ape mercado-pe oñeñe’ê jopara”. Maria Magdalena Torales. Foto de Robinson Ortiz














Pero si el castellano parece tener sus territorios bien delimitados, celosamente, el guaraní tiene también sus espacios de hablantes duros. “Mba’épa rejoguáta”, me preguntaba esta mañana María Magdalena Torales en el corazón del Mercado 4, ofreciéndome las frescas frutas de su estante. “Yvágante piko re vende”, pregunto. “Hée, yvágante”.  “Emeê chéve mokoî manzana…ambo’ýtepa. “Mil quiniento cada uno”, me informa. Cuando la voy dejando, comiendo ya la dulce manzana, me pregunta María Magdalena. “Mba’e diario-pe tepa osêta hína, amaña haguâ la che foto-re”, riéndose.
Mientras camino por el estrecho camino atiborrado de gente y productos, escucho a mi espalda: “Chake chake aha hína…dale que che du’o, chake ajapura hína lo mitââ”, me advierte un carretillero sin camisa que suda a chorros. Me paro en un punto y escucho la bulla del Mercado: aunque queda claro la supremacía del guaraní, es un jehe’a sin nombre de guaraní y castellano.      
Aun con los territorios lingüísticos delimitados e identificados para ambas lenguas,  ninguna consigue la pureza que desearía.  Es el caso del súper, del Mercado 4 y de la oficina. Lo mismo ocurre con los vendedores ambulantes que suben de los barrios pobres a las principales arterias del centro de Asunción para ganarse la vida. “Aceite Girasol a diez mil. Paquete de prestobarba a cinco mil. Corta uña a do mil”, ofrecía ayer un vendedor a los pasajeros del ómnibus de la línea “28”, en la esquina de las calles Cerro Corá y EE.UU. Luego baja del colectivo y, ya en la vereda, habla dirigiéndose a otro vendedor: “Reñe’ê piko hendive ra’e…hê…eporandúna chupe, no te vako decir nada… “Y qué piko le voy a decir…”, le responde el otro. Se enciende la luz verde y el colectivo avanza sobre Cerro Corá con nosotros adentro.
Paraguaýpe oñe ñe’eêverô karai ñe’ê guaranígui, campaña-pe oñe’eve guaraníme, pero oñe ñe’ê avei español. Durante un viaje que realizamos, en febrero del 2012, al municipio de Ñacunday, Alto Paraná, ya en la frontera con Argentina, tuve una larga conversación con Estanislao Cáceres, de 10 años. “-¿Vo veni de Asunción?”- “Sí, upégui” –¿Y vos de dónde sos? ¿De acá. Yo soy el hijo de ella (señala a su madre) –Ha nde piko moô reaprende reñe’ê castellano-pe…reñe’ê porâiterei ningo –ha (sonríe) y akako se habla taen castellano”-   
Refiriéndose al castellano que habla Estanislao y a la mayoría absoluta de los paraguayos y paraguayas, el escritor y estudioso de la lengua guaraní Tadeo Zarratea explica que: “El castellano paraguayo es un castellano diferente de todos los castellanos de América y del mundo. Es propio del pueblo paraguayo, es exclusivo, único, inconfundible e intransferible. Es parte de nuestra identidad cultural. Pero sin embargo es un tema tabú para nosotros”. Zarratea agrega que la relación del español con el guaraní le ha costado al primero modificaciones morfológicas, fonéticas y sintácticas que lo diferencia de todos los demás españoles que se hablan en América.
Crítico de este jehe’a guaraní castellano del pueblo, el lingüista Bartomeu Meliá reconoce la realidad lingüística atemporal de que los idiomas “siempre se han prestado palabras para sobrevivir” –tal como ocurre con nuestros dos idiomas-; sin embargo, Meliá condena el mal uso de ambos. “Por ejemplo, ¿Cómo se puede decir ‘hasy chéve che brazo’? Esto no es guaraní, ¡Esto es cualquier cosa!”, dice con tono ofuscado. Y agrega: “Si el guaraní tiene palabras para expresar algo, pues hay que usarlas. Entonces hay que decir “hasy chéve che jyva”. Y es que el español ha invadido la estructura misma del guaraní en los últimos 30 años, afectándolo profundamente.  “Ja’e ja” (Está ya) “Gueno” (Bueno) “Jahecha la tele”, “Ña guenohe va’erâ la reforma agraria ko ñande país-pe”, son frases y palabras guaraní con fuerte influencia del castellano.
En contrapartida, si escuchamos detenidamente a un español hablante, notaremos que su discurso esta minado de palabras en guaraní. “Anînati”, Hendy kabaju resa”, “Añetépio”, “Ndéera”, “Oïma”, “Mba’èteko”,  “Opaa”, “Nde rasóre”, “Ejapiróna”, son palabras en guaraní que como pedigones han penetrado en el castellano paraguayo.
Pero más allá de lo que digan los especialistas y las reglas de ambos idiomas, muy ciertas, a los paraguayos parece no preocuparnos mucho si hablamos mal nuestros idiomas, ya que ese jopara o jehe’a nuestro de cada día es tan delicioso y cómodo.

FUENTE: http://ea.com.py/v2/el-jehea-guarani-espanol-ese-rico-pan-nuestro-de-cada-dia/

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